Una de las marchas más importantes de género de la música procesional "soleá, dame la mano", que vio la luz en la segunda década del S.XX, concretamente en el año 1918, y compuesta por Manuel Font de Anta, autor de una de las marchas más admiradas por los entendidos de la materia, "Amarguras", tuvo su origen:
Manuel Font de Anta se inspiró para escribir este magnífico poema sinfónico en una saeta que escucho cantar a un preso de la cárcel de Pópulo al paso de la Esperanza de Triana.La letra de la saeta era la siguiente:
"Soleá dame la mano a la reja de la carse, que tengo muchos hermanos huérfanos de pare y mare".
En el guión de la partitura aparece escrita la siguiente dedicatoria:
"A los desgraciados presos de la cárcel de Sevilla que, al cantarle saetas a la Virgen en Semana Santa, me hicieron concebir esta obra".
En patrimonio musical Farfano hace el siguiente apunte:
"Por otra parte, si bien no está dedicada a la Esperanza de Triana, sí que está inspirada en ella, y por ello se suele interpretar cada año cuando la Virgen pasa frente al edificio donde estuvo la cárcel, en el que hay un azulejo de la Esperanza, como recuerdo de aquellas saetas que se le cantaban desde allí."